
El mayor peligro de las organizaciones humanas, hoy en día, es la exaltación de lo útil. Tengo esta amistad, porque me es útil. Mantengo este contacto, porque me es útil. Voy a tal fiesta, por que me es útil. Invito a mi casa a tal vecino, porque me es útil. Consigo atarme los machos y no hablar mal de un colega, solo por la razón de que me es útil. Procuro tener un comportamiento razonablemente ético en tal empresa, porque me es útil. Hago mobbing a este colaborador, porque me es más útil que echarle directamente. En las comunidades de vecinos la gente busca su propio interés. Hablar del bien común, o de querer algo por el valor que en sí tiene, es quimera que se lleva el viento. Lo que es útil tiene su lugar pero no puede empapar todo lo social (o no debería). Lo útil siempre tiene un valor de mediación, nunca de finalidad. En el fondo, instrumentalizarlo todo tiene la finalidad de servirme de todo, no de servir a alguien. Mis intereses particulares son legítimos pero no a base de lesionar el bien común -digo yo ¿no?-
Cuando contemplo el mundo en el que vivimos veo muchas cosas que no tienen un valor de utilidad -por lo menos en principio, aunque muchas acaben siendo mercantilizadas-.
El arte es belleza, expresión, pero no es útil. La historia es aprendizaje de lo pasado, es conocimiento necesario para entender el presente. La amistad es una clase de amor que hace este mundo agradable y respirable. La paternidad es una dichosa obligación que te ata de por vida a otro individuo -tu hijo o hijos- que te obliga a trascenderte y darte. El amor en general es maravillosa donación y gozo de estar con la persona amada. Resolver problemas especulativos con un buen filosofo está cargado de placer intelectual. La lectura de un buen libro de aventuras es tiempo de rico ocio. Todas ellas y muchas más no tienen un valor de utilidad pero ¿no hacen del hombre algo más humano?
2 comentarios:
Ay! la comunidad de vecinos....
Tu si que sabes Julio
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