sábado, 29 de noviembre de 2008

"Se buscan líderes trascendentes"

Pablo Cardona 
Artículo publicado en Expansión

"Cuando mi padre fundó la empresa hace cuarenta años, ninguno de nosotros tenía un MBA, pero todos sabíamos que había que arrimar el hombro...". Frases como ésta suenan con frecuencia en muchas compañías familiares. Y es que una de las preocupaciones de los empresarios familiares es preservar la continuidad de su empresa, con el sentido de compromiso y los valores que inspiraron a los fundadores.

Para conseguirlo hace falta un liderazgo capaz de contagiar esos valores. Pero, a medida que las empresas crecen, esto resulta más difícil y no puede hacerlo una única persona. Cada vez más, el liderazgo está dejando de ser una característica exclusiva de los altos directivos para convertirse en una competencia buscada en todos los niveles de la organización.

Si las empresas quieren ser organizaciones donde, en lugar de haber seguidores de un líder, haya líderes que a su vez lideren a otros líderes es necesario un cambio de cultura. Hay que abandonar el enfoque personalista del líder y desarrollar un liderazgo común que trascienda de la cúpula directiva y que llegue a todos los ámbitos de la organización. Se trata de un nuevo liderazgo, denominado trascendente.

El líder trascendente es un directivo fuertemente comprometido con el proyecto, que predica con el ejemplo y fomenta el liderazgo en sus colaboradores. Es un generador de líderes. Promueve un sentido de pertenencia (emotional ownership), que consiste en traspasar el sentido de misión a los colaboradores, al nivel de responsabilidad que corresponda a cada uno. A diferencia de otros líderes, además de los incentivos y los retos profesionales atractivos, apela a la necesidad que otros tienen de que su trabajo esté bien realizado, por sentido de misión.

Para transformar el compromiso de su equipo en resultados extraordinarios, el líder trascendente crea un sentido de urgencia, concreta unos retos específicos y exige que estos se cumplan por sentido de misión. Pero además, actúa con consistencia, velando por la coherencia entre los diferentes elementos que componen la misión y buscando la excelencia en todos ellos.

Y una cosa más: el líder trascendente fomenta el cambio continuo en todos los niveles de la organización puesto que sabe que las competencias y el talento necesarios para realizar con excelencia la misión de una empresa evolucionan de forma constante.

Algunos aducirán -y con razón- que, aunque la teoría es atractiva, no es fácil llevarla a la práctica. Efectivamente, el cambio cultural hacia el liderazgo trascendente no se consigue de la noche a la mañana, sino que requiere un aprendizaje tanto de los directivos como de los colaboradores.

Las empresas dispuestas a intentarlo deben saber que el liderazgo trascendente se implementa de arriba abajo, empezando por los primeros directivos y bajando en cascada a través de toda la empresa. Para conseguir este despliegue es necesario que exista un "sentido de misión". Será líder aquel que sienta la responsabilidad de sacar adelante la misión de la empresa, independientemente de si es el fundador de la misma, un directivo no familiar o un mando intermedio.

El líder trascendente se convierte en un auténtico coach de su gente; impulsa que sus colaboradores se comprometan con la misión de la empresa y se conviertan en nuevos promotores del cambio, es decir, en nuevos líderes. Los subordinados pasan de seguidores a líderes, y el líder, a ser un líder de líderes comprometidos. De esta manera se puede generar un auténtico cambio cultural anclado en el compromiso.

Aunque este modelo para generar liderazgo trascendente en toda la organización no garantiza el éxito, es posible y alcanzable a todos los niveles si se dispone de un contexto adecuado. La empresa familiar puede ser un buen lugar para conseguirlo.

Pablo Cardona es profesor del IESE

Web de Expansión 


4 comentarios:

BICHICOMA dijo...

Sobre el papel sí parece la empresa familiar el entorno a decuado para ese tipo de liderazgo. Y digo parece, porque es más pequeña y manejable.
No obstante, la mayoría de las veces la realidad se impone al deseo. La empresa familiar tiende al paternalismo de su fundador y, posteriormente, de su o sus sucesores.
Hay que desmontar muchos clichés, mitigar muchos vicios, heredados o adquiridos, hacer examen de conciencia y un decidido propósito de enmienda. Se abre un camino interesante. Ojalá cuaje.

Pablo Ámez dijo...

Que alegría verte por aquí Bichicoma, (desde el facebook).
Estoy de acuerdo contigo. Las empresas familiares suelen ser organizaciones creadas por un gran emprendedor, que suele tener el perfil de persona conocedora del mercado, muy trabajadora y perseverante. Con una gran capacidad comercial, una visión de la empresa muy volcada al negocio (lógicamente). Suelen ser personas que fallan en su capacidad de generar organización. la gente que trabaja con ellos suele ser muy entregados dado que son allegados al empresario o muy cercanos. Pero en el momento que crecen empiezan a tener problemas de organización, de liderazgo. El paternalismo es de sus vicios menos nocivos. Desarrollar un liderazgo dentro de estas estructuras no es tarea fácil.

BICHICOMA dijo...

Pablo, ya sabes aquel viejo adaggio de 'padres ricos, hijos señoritos, nietos arrastrados'. ¡Cuántas veces se cumple!
Son pocos, muy pocos, los fundadores que tienen la perspicacia de adivinar quién es el elegido para continuar la obra. Lo más habitual es, por desgracia, no saber 'pasar el testigo', minusvalorar al heredero/a, o, simplemente, no saber delegar funciones.

Pablo Ámez dijo...

AH! la delegación, cuantos son capaces de asumir ese reto¿?: El arte de asumir el riesgo ajeno.