Lo importante es la misión, no la popularidad. El líder ético sabe que su posición sólo tiene sentido en función de la misión. El interés permanente es la consecución de la meta. Sabe que ésto le traerá, en ocasiones, la impopularidad. Tendrá que tomar decisiones que no serán las que desea el colectivo liderado. Su misión será tratar de explicar el porqué de la decisión y cómo ésta contribuye a la misión. En otras ocasiones tendrá que callar y aguantar el chaparrón. Alineado con la misión ésta buscar el bien de los liderados. ¿Vemos ésto en los líderes políticos? El líder que solo busca su interés e instrumentaliza a sus seguidores se convierte en Tirano o Demagogo. Si las instituciones y el sistema democrático están fuertemente constituidos, el gobernante se tornará en demagogo, sino tendremos al tirano. No nos engañemos la demagogia puede ser peor que la tiranía, en cuanto da una sensación de libertad que en realidad no la hay.
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2 comentarios:
Hola Pablo,
Acabo de descubrir tu blog por casualidad y me parece interesante.
Lo seguire habitualmente.
Saludos,
Muchas gracias Juan, desde el diván, enhorabuena también por tu blog.
salu2
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